lunes, 12 de julio de 2010

El micro clima zavaletero

El micro clima zavaletero:

Mientras el invierno se hace sentir en la ciudad de Buenos Aires, un barrio castigado por el olvido de la gestión macrista, se puebla de colores y sonidos propios de las comunidades de los países vecinos. Así ante la imagen estigmatizante que los medios ofrecen de ellos al asociar al barrio con la droga y la delincuencia. Sus habitantes exhiben la otra cara de la moneda a pura identidad. Es por eso que el sábado al caminar por esas calles, uno sentía la calidez opuesta al invierno porteño. Es más el invierno ha finalizado en la populosa Zava. Desde el sábado pasado un núcleo decidido de militantes de nuestra agrupación puso en marcha una maquinaria que sólo reconoce como  límites los propios sueños.

El sueño de la casa propia:

Parece el slogan de una publicidad  de créditos hipotecarios, no? Ilusión típica clase mediera, pero que en éste caso sirve como imagen para entender cosas como las que pasaré a describir. Cómo comprender sino, que una compañera que con diecisiete años, en lugar de estar pensando en un embriagador viaje de egresados del secundario. Se preocupe y ocupe de conseguir y transportar treinta litros de pintura desde Las Heras a caballito. O que otro compañero se presente al barrio sin dormir para estar toda una tarde rasqueteando una pared. Tampoco es entendible que otra cumpa ponga en riesgo su laburo y que con el estómago estrangulado de angustia solicite ayuda a otro compañero para urdir la excusa perfecta ante su efe y así ponerle el cuerpo a éste sueño llamado: Centro Comunitario Teodora Ibarra.
Son historias mínimas, similares a las de cada uno de los que estuvimos allí. Pero que enhebradas forman parte del sueño colectivo de la PR (en la Cámpora). Hacer pie en Zavaleta, mejorar las condiciones de vida de su gente, nutrirnos de sus historias y crecer juntos como parte de un Proyecto Nacional de desarrollo con inclusión social. Por eso estuvieron también más compañeros trabajando con encuestas para el Ministerio de Salud. Para conocer y detectar factores de riesgo de los habitantes del barrio. Con el objetivo de que el Estado Nacional llegue al barrio y se pueda llevar adelante un operativo de vacunación contra la gripe A.

Manos a la obra:

Y nadie se quedó quieto. Unos con papel de lija en mano, otros con espátula. La negra midiendo la casa. Papu negociando presupuestos con electricistas. Mucho movimiento, desorden, polvo y alergia que emanaba de mi nariz. También los gritos de Luna cuando arácnidos huían a la superficie de la pared al ser desalojados de sus hogares. El Ovi resultó un talentoso de la espátula y del enduído.
La cosa iba pintando, si. No sólo las paredes, también nuestras compañeras. Papu arrancó con un viejo rodillo y mientras coloreaba la pared, su ropa, mi campera, su cara y el trabajado flequillo quedaban salpicados de un modo simétrico. Otros hacíamos bordes con el pincelito, no por ser prolijos sino que con el pincel fino al ser pequeño los errores eran menos visibles.
Apareció el flaco Tincho,  trajo los volantes diseñados por Gime. Nos vino perfecto para con su altura completar los extremos de la pared. Al rato dijo presente Maga, la pequeña gigante se trajo la caja típica de materiales de maestra jardinera, folletería y la infaltable cámara para registrar el momento histórico de la PR cumpliendo el sueño de la casa propia.
La maquinaria estaba en marcha. Cada compañero que llegaba encajaba como un engranaje a la perfección. No nos corría ninguna línea de producción como en las fábricas y mientras el color de las paredes transformaba la casa, un olorcito a comida casera nos envolvía. Si compañeros, Mirta una vez más cocinaba para nosotros. Ni el combustible falló, porque con guiso espectacular nos llenó de energía para continuar sólo hasta que se fuera la luz natural.

A seguir soñando:

Fue así entonces que nos fuimos a lo de Mirta y tuvimos el gusto de conocer a la culpable de todo. La casa perreteana es posible gracias a la suegra de Mirta que está a su cuidado. Con sus padecimientos de salud a cuesta nos saludó a todos, le expresamos nuestro agradecimiento y nos despedimos extendiéndole la invitación a la pronta inauguración de algo que sólo es posible por su generosidad y la de Mirta.
La jornada se fue, no así nuestros sueños. Partimos y como siempre Mirta nos seguía ofreciendo comida. Las cuadras de regreso caminando se acortaron en innumerables propuestas de actividades en el centro comunitario. Un listado de tareas a cumplir, objetos a conseguir, biblioteca, botiquín, computadoras.

En fin a seguir soñando y militando compañeros, porque el futuro … ya llegó!


Por DIEGO ORLANDO Militante de La PR - La Campora

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