Luego de un año marcado por varios sucesos relevantes, las elecciones de sociales se presentan como una postal del momento que vive la Argentina y de la relación entre el movimiento estudiantil y la realidad nacional, que es la realidad de nuestro Pueblo. Desde la llegada de Néstor Kirchner al gobierno en 2003, el ambiente político nacional sufre un desconcierto incapacitante que condiciona su actuar político y muchas veces los lleva a posiciones realmente ridículas. Quizás tenga que ver con una incapacidad para caracterizar efectivamente el proceso político actual, quizás sea la comodidad de mantener hasta el día de hoy una posición de resistencia que se justificaba durante el menemismo, pero la izquierda, salvo honrosas excepciones, ha quedado en los márgenes de la política nadando en una pileta sin agua.
Sin embargo es llamativo ver como este espacio político, dividido, con una gran incapacidad para generar alianzas y para acumular poder, tiene éxito en algunas facultades de la Universidad de Buenos Aires, conduciendo incluso la FUBA. Si recordamos las posiciones estudiantiles históricas, lo llamativo pasa a ser patrón: el movimiento estudiantil apoyó el derrocamiento de Yrigoyen, pese a que este bancó la Reforma, inaugurando la década infame; rechazó el gobierno peronista pese a que fue el que llevo a cabo gran parte de los postulados de la Reforma (principalmente la eliminación de los aranceles) e incluso apoyó el derrocamiento de Perón en 1955, abriendo la puerta para que los sectores más reaccionarios encarnados en Dell’Oro Maini (Ministro de Aramburu) se hicieran del control de la educación. Y para que luego, durante el frondizismo, se habilitara la enseñanza privada en el nivel superior. Es decir, la política universitaria peronista, nacional y popular, que incluso creó la Universidad Obrera (hoy UTN) para formar técnica y profesionalmente a los trabajadores y a sus hijos, fue rechazada dogmática e ideológicamente por los sectores universitarios (mayormente de extracción media y alta, dado que los aranceles se eliminaron en 1947) que pretendían mantener sus privilegios de acceso y de gobierno, desentendiéndose del proceso popular que estaba ocurriendo, y con ese rechazo se habilitó el posterior conservadurismo educativo, privatización de la educación superior y represión en los ámbitos universitarios. El único momento histórico de acercamiento entre los sectores medios universitarios y los sectores populares fue de la segunda mitad de la década del 60 en adelante, hasta la dictadura del 76, enmarcado por la resistencia peronista, el concilio vaticano II, la noche de los bastones largos, la revolución cubana, el Cordobazo, el aramburazo, y finalmente la vuelta de Perón. La experiencia de las Cátedras Nacionales tuvo mucho que ver con este proceso, exponente de la potencialidad de la producción de conocimiento para la acción en función de la liberación nacional. Pero fue una experiencia corta y prácticamente olvidada ya.
Desde ya que han pasado varios años y las corrientes políticas universitarias no son iguales, sin embargo su comportamiento respecto a los gobiernos populares parece no haber cambiado. Antes predominaban el Partido Socialista, la UCR y el Partido Comunista; hoy la UCR sigue ocupando muchos espacios de poder desde una lógica de derecha y los otros partidos han quedado un tanto marginados, con una mejor posición relativa de la izquierda trotskista, por lo menos en la UBA, y de la nueva experiencia de la “izquierda independiente”. Si entendemos que el único espacio político con un desarrollo fuerte en las universidades post 2001 y crisis del radicalismo fue el trotskismo en general y el Partido Obrero en particular, podemos comprender que el éxito de éste tiene tanto mas que ver con representar una alternativa a la Franja Morada, agrupación estudiantil de la UCR, que con un alineamiento programático de los estudiantes con ese espacio político. El desgaste sufrido por la Franja Morada, que detonó con el fracaso de la Alianza en 2001, prácticamente la hizo desaparecer de varias facultades, dividirse o reciclarse con nombre lavados (Nuevo Espacio, 1983 ahora en sociales). Sin embargo el modelo de centro de estudiantes no varió demasiado: la participación estudiantil en la política universitaria sigue siendo bajísima, y la lógica de ganar el centro pasa más por controlar fotocopiadoras y demás espacios en función del financiamiento partidario que otra cosa, mientras se sostiene de la boca para afuera una posición ultracombativa basada en una unidad retórica obrero-estudiantil cuya expresión paradigmática son los “aportes de lucha” del centro de sociales para con los trabajadores en lucha. Es decir, prácticamente todo se reduce a la guita. Ni que hablar de la realización permanente de fiestas en la facultad que no está en condiciones para cursar pero si para recaudar plata. En este esquema, la “izquierda independiente” aparece como una opción edulcorada (un tanto flogger podríamos decir) del trotskismo, que sufrió el lógico desgaste de varios años de gestión de centro, y si bien esta izquierda independiente se pronuncia chavista, evomoralista y correísta, a la hora de hablar de nuestro país pareciera que fuésemos Colombia. ¿Sera por eso que dicen por ahí, que los procesos políticos vistos de cerca muestran sus miserias? Porque prácticamente nadie duda que existe en nuestra región un hilo conductor entre los procesos populares de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina y hasta Uruguay y Paraguay, y que lindos que son los que están lejos eh! Pero aparentemente para estos compañeros no hay contradicción entre ser chavista y no bancar al gobierno que supo encabezar el primer Secretario General de la UNASUR, organismo gestado por Chávez, Lula y Néstor.
¿Y la política? Bien gracias. Evidentemente la incomodidad que genera el kirchnerismo y la incapacidad para comprenderlo por parte de algunos sectores hacen que sea mas fácil hacer boludeces que política. Perdón por el estilo jauretcheano mis queridos lectores academicistas, pero no me sale otra palabra para denominar cuestiones como los 45 días de toma de la facultad. Porque, vamos, no me digan que la toma fue en defensa de la educación pública, con la cantidad de bancos que se destruyeron, la cantidad de días de clase y de materias que se perdieron, la cantidad de exámenes que no pudieron tomarse, de títulos que no pudieron entregarse, y de estudiantes que dejaron la facultad por la impotencia generada, además de la ficticia oposición entre estudiantes y docentes como si fuesen obreros y patrones. Todo rematado con la toma del ministerio de educación, sin haber mediado un pedido de reunión, que era en realidad un pedido para reunirse con el rector de la UBA, que en realidad esta en el rectorado, que es en realidad quien gobierna la UBA y por ende maneja su presupuesto, quien es en realidad responsable de la situación edilicia de nuestra facultad, que es en realidad un desastre sin dudas. Pero ha sido este gobierno, y no otro, quien mas respuestas ha dado frente a esta ultima realidad: los $23 millones invertidos hasta ahora en el edificio nuevo en constitución y el avance del mismo (la segunda etapa finaliza en diciembre) dan cuenta de la inversión educativa del gobierno nacional, y los $54 millones más que se van a gastar en el edificio lo confirman. Eso sin mencionar el aumento del presupuesto universitario: en 2002 era de $2.572,2 millones y en el presupuesto 2011 tenemos $30.428 millones. O sea, como si antes tuvieses 2 pesos y medio y ahora 30 y medio. Me van a venir con el chamuyo de que el aumento se lo comió la inflación? O hubo otra hiper y me la perdí? Ah che, el 82% móvil los docentes universitarios ya lo tienen, otro logro de este gobierno. Ah de paso, si de inflación hablamos, a ver cuando empezamos a bardear a las patronales, porque para la izquierda la culpa de todos los males la tiene el gobierno. Pero no este gobierno, cualquier gobierno. Porque no hace falta mucha vuelta para entender que la lógica de la izquierda pasa por enfrentar al Estado, esté en manos de quien esté, porque es el Estado el garante de las relaciones de producción capitalistas (el Evangelio según Marx, capitulo II verso 34). Aunque después le exijan mas plata, planes trabajar, cooperativas, y entidad como partido político, todas formas de financiarse.
Entonces, basta de hablar de ellos. Pese a que nos den una mano importante a veces para hacernos parecer mejores que lo que somos. Hablemos de que queremos nosotros. Principalmente, que comprendamos como estudiantes que no existe un proyecto educativo si no está inmerso en un proyecto de Nación. Es decir, hacer política universitaria sin un marco político nacional no tiene sentido a esta altura de la historia. La dogmática independencia y autonomía que se sostiene tantas veces en la universidad parece esconder un miedo a hacer política, o un utilizar la política para fines no políticos, como recaudar por ejemplo. Este Proyecto Nacional y Popular, enmarcado en los procesos populares latinoamericanos, muestra continuamente una capacidad transformadora que no se veía en nuestro país hacía muchos años. Y la universidad, en particular la UBA, se muestra como un ámbito sumamente conservador y retrógrado frente a esto, en todos los niveles y claustros. Tanto por derecha como por izquierda, se niega sistemáticamente el resurgimiento de la Nación Argentina, con soberanía, independencia económica e inclusión social. Se dice que la política de derechos humanos es demagogia. Que la quita de la deuda externa es un chamuyo. Que el NO al Alca fue una actuación. Que sacarnos de encima al FMI fue en realidad regalarle plata. Que los juicios a los genocidas están mal porque son lentos y no son una megacausa. Que el gobierno reprime y que es el que más presos tiene por luchar. Que pobrecitos los empleados de Clarín que se van a quedar sin trabajo con la ley de medios. Que la ley de medios es para generar un monopolio estatal. Que la estatización de Aerolíneas es un derroche. Y bueno, el derrape es tal que de la Asignación Universal por Hijo ni se habla, menos de la nacionalización de las AFJP, porque no tienen nada para decir.
Nosotros queremos el centro para hacer POLÍTICA. Ni más ni menos. La fotocopiadora, el bar, y demás, son cuestiones casi administrativas. Queremos que la universidad se llene de debate, de discusión, que la política se respire en todos lados, en función de la acción real, de la reconstrucción de la conciencia nacional, de la revaloración de la función social del conocimiento y del profesional. Queremos formarnos para trabajar, para hacer uso de nuestro conocimiento con fines prácticos y no teóricos o ideológicomasturbatorios. Poronguearse todo un sábado para ver quien pega mas afiches no es política. Arrogarse un espacio de la facultad, que es pública, no es política. Estar todo el día sentado en una mesa repartiendo volantes, sin cursar materias, porque para algunos no se puede militar y encima aprobar materias, no es política. Hacer fiestas no es política. Inventar conflictos no es política. Exigirle plata a la gestión no es política. Hacer asambleas y usarlas como tribuna revolucionaria, para sentirse Lenin un rato, no es política. Tomar la facultad a un par de semanas de las elecciones, especulando con qué sector de la izquierda va a sacar más provecho del conflicto, no es política. Desentenderse de la realidad nacional y latinoamericana no es política.
Y yo me acuerdo de ver marchar a la izquierda con Blumberg. Solo para después pedir justicia por Luciano Arruga. Y también me acuerdo de Julio López, que lo desaparecieron porque declaró en los juicios que logramos reactivar, porque todavía existen residuos de la represión. También me acuerdo de la izquierda que marchó con las cacerolas en 2008, desde la Facultad de Filosofía, aunque después hayan sacado un cartel que decía “ni con el gobierno ni con las patronales”. Y también me acuerdo de la Ripoll diciendo que alguien le había tirado un puntaso a De Angeli. Y del PCR y el MST en el monumento a los españoles, con Biolcatti pidiéndoles que bajen las banderas y ellos obedeciendo mansamente.
Y me acuerdo sobre todo de Cristina, en el acto de la jotapé en el Luna Park, con Néstor muy emocionado, ahí sentado dos días después de haber sido operado por última vez, hablándonos bien claro, cuando alguien pedía a los de adelante que bajen las banderas: “ENROLLEN las banderas, las banderas no se bajan nunca; enrollen las banderas”. Porque no vamos a bajar nunca las banderas de una Patria Justa, Libre y Soberana, porque no dejamos las convicciones en la puerta de la facultad, y por ende no vamos a hacer cualquier cosa sólo por ganar un centro, sino que lo vamos a ganar con nuestros principios, porque vamos a sostener el Proyecto Nacional con más fuerza que nunca con el ejemplo de Néstor, vamos a seguir militando como nos enseño Jauretche, con mas alegría que nunca, para hacer de esta universidad la Casa del Pueblo, para el Pueblo, por el Pueblo.